lunes, 12 de mayo de 2008

¿Quien puso el nombre de Gerente?

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Al avezado viajero ocasional de negocios en Buenos Aires no puede dejarle de sorprender los usos y abusos del término Gerente. Al sustantivo se añade, en abundante polisemia, la forma verbal, gerenciar, y su participio, gerenciado, se aplica también como adjetivo. Apenas veréis otro título en las presentaciones, formales e informales, y no debiera extrañarle a nuestro sujeto que se le presenten diversos gerentes de la misma empresa en rápida sucesión. O que por el contrario, se presente honores al Gerente por parte de los que pensaba eran lo más selecto de la cúpula empresarial en cuestión. ¿Qué pasión crea y que oscuro secreto esconde el término de Gerente?

Yo lo veo equivalente al Müdur de Turquía y no creo que exista parangón en la cultura empresarial española o anglosajona. Casi siempre viene seguido del título oficial: CEO, Director General, Jefe de Almacén, etc. No importa este sufijo, que sólo lo concreta, pues el término indica por sí mismo que, en un cierto ámbito, eres la persona que tiene la última decisión. Tu reino puede ser un equipo de fútbol o una gran corporación. Dentro de ella, eres dueño del despacho de la última planta o del sótano de servicio. Tu poder es formal o informal. Es igual. Si eres Gerente, tú eres el que decide.

No piense el lector que llegar a ser Gerente es fácil. Es todo lo contrario del Vice President norteamericano. El título de Gerente te lo tienes que ganar por el respeto de tus jefes, subordinados e iguales. Un mindungui recién llegado puede tener el título que quiera pero no es Gerente. ¿Quién decide realmente? ¿Quién abarca, en mirada sagaz, implicaciones y relaciones? ¡Ese es el Gerente!

Por ello, el título de Gerente ha sido necesariamente ambiguo en su adjudicación. Normalmente está unido a una cierta antigüedad en el cargo, pues más sabe el diablo por viejo que por diablo. Pero no necesariamente. Normalmente, es el responsable de un área con personal y presupuesto. Pero no necesariamente. Cuando le pedí una definición a los responsables de estos asuntos en una conocida corporación me dijeron: “El personal de Nivel I que reporta a un Director”. Tardé poco en encontrar más excepciones que reglas. No importó. Si no sabía que significaba ser Gerente ¿Cómo me lo iban a explicar ellos?

Dí me mejor consejo a un recién llegado a Buenos Aires. Él notó enseguida que propios y extraños no le trataban igual si era Gerente o no y se sentía en el derecho de utilizarlo en su tarjeta de visita a pesar de la acérrima oposición oficial del departamento de Recursos Humanos. Le sugerí que lo utilizara y viéramos el resultado. A los pocos meses empecé a verle en las listas sociales y relaciones oficiales de Gerentes. ¿Qué pasó? ¿Fue ascendido? ¿Intervinieron sus mayores ante tamaña injusticia? Nada más lejos de la realidad. Se ganó el respeto de sus canas y con ello el consenso a utilizar del título de Gerente.

Pero la vida es mudanza. Ganas título pero también puedes perder condición. Un día cualquiera, el ser Gerente, estado arbitrario como ya sabemos, desaparece y, sin saber bien por qué, volvemos al yo oficial. ¡Ay! ¡Que dolor no verse ya bendecido por los dioses y estar separado de las masas! ¿Qué pasó? ¿Acaso un vulgar cambio inmobiliario ha dejado en vergüenza mis poderes? ¿Quedará patente que no he sido jamás Gerente al no gozar ahora de despacho y pasar al open space aterrador? ¡Bien sea que no! Apoyaré cualquier explicación de eficiencia por peregrina que sea y me “sacrificaré” a estar basado en lugares remotos con la esperanza que la función del olvido y la ambigüedad sea directamente proporcional al cuadrado de la distancia.

2 comentarios:

Benigno Calvo Adiego dijo...

Juan Luis,

A mí, quizás por lo que me toca, me ha llegado más este artículo que el de Río.
Bien sé que aunque no pueda uno explicar bien el por qué de estas arbitriariedades en la eleccion, suele ser bien recibido por el autor, que al menos así, tiene una comparación si no con el todo, al menos sí entre sus obras.

Y ahora, mis dos céntimos por el gerente: En su defensa me levanto, que me parece un tanto vapuleado.
Bien que los Argentinos, en ese afán de ser todo, bien por su historia, bien por su espíritu, hagan suyo un gerenciar afrancesado en su uso (gerer).
Mal que sean sujetos de una titulítis en la que buscan definición personal y encuentran posición social más allá de lo laboral. Siendo tanto así, que el título forma a veces parte del trueque laboral, reduciendo salario a cambio de título.

Pero, discúlpame Juan Luis, reclamo para mí, el título de Gerente. No en exclusiva, claro, il faut partager.
Esta palabra, tiene su huequito en el estrato empresarial español, aunque no está en la gran empresa, está en la pequeña y mediana....ya ves.
No tengo claro bien por qué es, pero resulta que los títulos nobiliarios más rimbombantes se reparten a priori entre las grandes empresa, y claro, a las pequeñas nos llegan los restos.

No es de risa no. Pasa con las palabras como casi con todo, ropa, coches etc. Una vez se extiende su uso en un determinado estrato, todo uso de esa palabra queda asociado irremediablemente a una imagen más o menos definida de ese estrato. Y así, como con determinada ropa pareces pijo, con determinados títulos parece que te las des de algo que no eres, bien que el título que te hayas otorgado coincida plenamente con tus acepciones dentro de la empresa.

Con el Gerente, pasa eso. Al menos en España, las grandes empresas en general han dejado tranquilita la palabra, y así con todo lo generalista que es, "Gestionador", se adapta como anillo al dedo al típico empresario de pequeña empresa, y no tiene que lidiar con el bochorno de llamarse Director sin coletilla. Parece que un director no es director si no lleva coletilla, uno ha de ser Director de Operaciones, Director de Sistemas, o Director General (que me parece a mí que es el proceso contrario al explicado, aquí habría de llamarse Gerente, pero le parecerá poco al Sr Dtor Gral ya que va asociada la palabra a la pequeña empresa, y tiene la ventaja de poder hacer uso de esa falsa hipocresía que es la abreviatura).

En fin, he disfrutado mucho con tus dos artículos. Voy a ver si consigo meter tu blog en mi lista de RSS para ir leyendo los próximos que vayas escribiendo.
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Un fuerte abrazo, a ver si nos vemos pronto.
Benigno.

Anónimo dijo...

Juan Luis,

Es un artículo muy su-gerente.

Arturo